—Te quiero, pequeña. Te quiero con toda mi alma y no puedo más que odiarme por ello —No más de lo que yo te quiero a ti. No más de lo que yo me odio por haber destrozado tu corazón de nuevo.
Al haber experimentado el dolor en cada una de sus facetas, Darío se limita a respirar mientras es arrastrado por el flujo de la vida. Hasta que la conoce a ella…
A Silvia le gusta todo de Darío: su genuina naturalidad, esa sonrisa que nunca llega a asomar a sus ojos e incluso la expresión de tristeza que siempre le acompaña.
Tres besos tomados sin permiso actúan como detonante, empujándolos a enfrentarse a un injusto destino en el que, si alguno de los dos se permite ceder, sus almas, de por sí dañadas, podrían terminar haciéndose añicos.